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La crisis del Ébola deja el periodismo al desnudo

La confirmación de contagio del virus del ébola de la auxiliar Teresa Romero daba inicio a un duro reto sanitario, social y comunicativo para las instituciones políticas y sanitarias, así como para los medios de comunicación. Y es que la población española ha vivido una muestra de lo que no se tiene que hacer en comunicación pública de la mano de varios responsables políticos como la ministra Ana Mato o el concejal de salud de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez.

¿En qué se ha fallado? En primer lugar, el Gobierno no ha trasmitido ningún tipo de seguridad ni transparencia. No hay una segunda oportunidad para afrontar una crisis, la ministra no es profesional y no conoce en profundidad este tema. No hay un liderazgo claro en la comunicación y en momentos como este esto no puedo ocurrir.

Ana Mato destacaba las palabras coordinación, confianza y transparencia. Mientras que la descoordinación de las intervenciones de los participantes a la rueda de prensa y la carencia de complicidad entre ellos mostraba todo lo contrario: no era nada coordinado ni daba la confianza que se pretendía. Además, profundizando en las imperdonables declaraciones del consejero de salud de la Comunidad de Madrid, hay que añadir el grave error de la no conexión con la víctima: no mencionan su nombre, la despersonalizan y no dan explicaciones de su estado.

A pesar de la dificultad para desarrollar un marco genérico del tratamiento informativo en los medios, hay que admitir que en algunos casos se han traspasado líneas que nunca deberían superar los periodistas: la publicación de las imágenes íntimas de Teresa Romero en la habitación del hospital Carlos III de Madrid. Este tipo de publicaciones podría poner en duda la profesionalidad de los medios ya que no aportan nada, y además no respetan el derecho a la intimidad, al honor y a la imagen, que está por encima del derecho a la información.

Tenemos que ser conscientes de que en muchas ocasiones, la percepción de la crisis y sus consecuencias es más importante que la realidad de la propia crisis. Es decir que si se percibe que el tema es muy peligroso como sucede con el caso de contagio del Ébola, el problema se vuelve aún más grande.